martes, 4 de septiembre de 2007

M.....

M... se levanta desde la cama puntual a la misma hora, como si un reloj interno la sacudiera para despertarle, luego el aseo cotidiano, la mesa puesta, el desayuno de siempre, té y pan de marraqueta, en ocasiones con mermelada otras sin nada. Un dejo de pretensión frente al espejo la hace colocarse un pinche sobre el mechón rebelde que cae sobre la frente. El sofá habitual la recibe mañana y tarde. Se queda allí, atenta al timbre, lo mismo que los otros en la casa de acogida, esperando una visita que no llega.

No sabe que ya la olvidaron.

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