miércoles, 2 de mayo de 2007

Inspiración



Pálida luz cruzaba el cuarto tenuemente,
sentada entre las sombras, con la cabeza ladeada
y los ojos cerrados miraba venir sus pensamientos.

Sobre la mesa, descansaba una hoja en blanco.
Hambrienta, ansiosa, yacía quieta a su lado una pluma.

La mano cogió a la pluma inerte y en amorosa danza
destilaron ambas su nuevo amor sobre la tímida página,
que ruborosa se vistió de palabras, versos y puntos aparte.

Colmó de tinta negra su desnudez la hoja, hasta llegar al borde
y no pudiendo dar más de sí en desvariante extravío
volteó sobre sí misma, quedando desnuda nuevamente.

Suspiró el pecho , se aquietó la mano y la luz pálida
recorrió el surco de una lágrima en el rostro ajado.
La quietud volvió a poblar los espacios de aquel cuarto.


Virginia Farfán Ulloa

1 comentario:

Aristóteles España dijo...

Lindo Poema, es tuyo?, te felicito.

Saludos