sábado, 5 de mayo de 2007

La noche es mi compañera

El día ha transcurrido a veces rápido otras lento, siempre entre ajetreos, deberes y demandas. No existe en ocasiones un espacio propio para quedarse en silencio y sentir que sólo es el tiempo el que avanza.
El espejo refleja el paso de las horas y los cambios de luz en ése su dominio sagrado, circunscrito por el borde de madera. De vez en cuando atrapa una mirada que se detiene por más de un minuto sobre su propio reflejo. Entonces siniestramente se apodera del gesto, de la sonrisa , de la juventud o la miseria y los devuelve al mundo un poco más opacos.
La noche ha venido enseñorearse de cada rincón, comenzó lento a subir por las paredes , a vestir los muros de madera, a instalarse detrás de los cuadros, que cuelgan como soldados inertes, se escondió debajo de la cama, pero la luz lucha por quedarse en algún lugar. Brillando, la pantalla del televisor en el centro de la pieza vibra intermitente , los sonidos y colores que emiten parecen reales, pero son de verdad una seguidilla de líneas continuas que pretenden dar una imagen lo más cercana a lo que es la realidad.
Debajo de las sábanas blancas, nerviosos los pies se pliegan en una interminable caminata y las manos se abren y se cierran buscando algo que no encuentran. No se siente la voz, la boca se mueve silente, sin embargo el cuerpo yacente sobre la cama pretende gritar retorciéndose: "La noche es mi compañera". Toma el control remoto, dirigiéndolo al aparato de televisión y presiona. La luz en la pantalla comienza a transformarse, se achica en una línea que la cubre de extremo a extremo, se va empequeñeciendo aún más hasta quedar en el centro de la misma convertida en un solitario punto blanco que finalmente también desaparece.
La oscuridad, triunfante, coloca una sábana negra sobre los ojos abiertos.

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