martes, 27 de marzo de 2007

Bienvenidos

" Eliana Godoy ha muerto"

Hace más de un par de años atrás la conocí, casualidad de la vida o encuentro destinado, no lo sé,debí viajar a mi Concepción natal y mi buen amigo Carlos Ordenes Pincheira, poeta, me pidió la visitara para entregarle un encargo personal ,me dió su número de teléfono para contactarla y me la describió en forma tan especial, que no dudé en aceptar su petición.
Era verano, enero y marcando el fono de su casa solicité hablar con ella, le pedí la dirección que anoté en un cuaderno de tapas rojas , con lápiz de pasta azul- aún está allí- y nos concertamos para el encuentro, en la tarde del mismo día. Su casa estaba a mitad de camino entre el puerto y Concepción, sobre un ligero cerro,cerca de la Vega Monumental, decidí tomar el bus que me acercaba hasta allí. Al bajar, recorrí las calles externas oteando hacia el interior de los jardines,examinando el espacio donde vivía la poetisa con una mirada que intentaba descubrir algo especial, la vereda asomó leve, subí lento aplicándome en encontrar la dirección exacta, no quería llegar tarde a la cita, un auto rompió estridente la calma de la calle con su ruido y se perdió hacia abajo, las casas con sus jardines ordenados y floridos parecían dormir la siesta. Frente a la puerta dudé un momento antes de tocar el timbre, todo parecía en silencio, ningún ruido asumía que la vida estaba latiendo al traspasar los muros. Toqué y esperé. Tras el cristal de la mampara una figura alta se asomó, era uno de sus hermanos-después lo supe- quien me hizo pasar a una pequeña salita al costado de la puerta . En una mesa, una cajita de vidrio con dulces invitaba a la tentación, la luz se filtraba a través de las cortinas mostrándome el tapiz de los asientos .Allí la esperé, apareció delgada, cabello blanco, con unos ojos increíblemente vivaces , entregué el sobre que llevaba para ella y nos pusimos a conversar, mostró orgullosa su revista, que producía personalmente en su máquina de escribir. No pude sino admirar tanta paciencia, tanta entrega, pero lo que más me impactó fue sentir que el tiempo estaba allí presente de una forma distinta, no era el tiempo de premuras de afuera de las paredes, era un tiempo interno distinto, me contó de cuando era niña , de sus juegos infantiles en los cerros aledaños a la laguna San Pedro donde se crió , de la estrictez de sus padres, de su voluntario celibato , que extrañamente compartían sus hermanos . El tiempo pasó corriendo entre preguntas y confesiones de mujeres ,gentil y dulce me invitó a su mesa, a compartir la hora del té que religiosa y ordenadamente se cultivaba a la misma hora cada día, éramos cuatro sentados , nuevamente la luz suave del sol, ahora entibiaba el cuarto familiar demarcando los objetos uno a uno, pero el silencio de los hermanos pesaba más que nuestras palabras, aún así , mi encuentro con ella fue inolvidable, no he vuelto a ver ojos así como los suyos, con una transparencia tan especial. Al despedirme aquella tarde, se quedó en la puerta, no cruzó la mampara, su vestido tapizado de pequeñas flores, su pelo sin artificios, su sonrisa afable me dijeron adiós, la vida adentro de la casa volvió a sentir su mundo quieto y yo sentí que había conocido a alguien de veras especial.

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