lunes, 14 de mayo de 2007

¿Tocaré a tu puerta?

Dejo el teléfono móvil a un costado, sobre el velador, al lado del otro , al costado de áquel que siempre está dispuesto para todas las llamadas, así cada noche, cada tarde... Sé que has de telefonear en algún momento, lo presiento o quizás sólo es un reflejo de mi propio deseo, siento que dilatas el tiempo quizás por miedo a tus propios fantasmas que imagino tan feroces como los míos....
De tanto en tanto miro la pantalla del celular verificando que no existe una llamada perdida o un mensaje, entonces la luz de la pequeña pantalla se refleja en mis ojos mientras escudriño su críptico silencio.
Descanso, procuro dormir entre los cojines de mi cama, pero el sueño se desvela junto conmigo y al final terminamos en un diálogo que sigue hasta el amanecer, la mañana besa mi frente para decir que debo levantarme y mientras comienzo a saludar el nuevo día pongo a calentar el agua , después bebo lentamente junto a las noticias mi café con leche. Frente al espejo aún con el rostro húmedo me sonrío mientras pienso que si me llamas, en la tarde tocaré a tu puerta.
Luego, mecánicamente reviso otra vez el celular para confirmar que no has llamado. Dejo el teléfono móvil a un costado, sobre el velador , al lado del otro....

sábado, 5 de mayo de 2007

La noche es mi compañera

El día ha transcurrido a veces rápido otras lento, siempre entre ajetreos, deberes y demandas. No existe en ocasiones un espacio propio para quedarse en silencio y sentir que sólo es el tiempo el que avanza.
El espejo refleja el paso de las horas y los cambios de luz en ése su dominio sagrado, circunscrito por el borde de madera. De vez en cuando atrapa una mirada que se detiene por más de un minuto sobre su propio reflejo. Entonces siniestramente se apodera del gesto, de la sonrisa , de la juventud o la miseria y los devuelve al mundo un poco más opacos.
La noche ha venido enseñorearse de cada rincón, comenzó lento a subir por las paredes , a vestir los muros de madera, a instalarse detrás de los cuadros, que cuelgan como soldados inertes, se escondió debajo de la cama, pero la luz lucha por quedarse en algún lugar. Brillando, la pantalla del televisor en el centro de la pieza vibra intermitente , los sonidos y colores que emiten parecen reales, pero son de verdad una seguidilla de líneas continuas que pretenden dar una imagen lo más cercana a lo que es la realidad.
Debajo de las sábanas blancas, nerviosos los pies se pliegan en una interminable caminata y las manos se abren y se cierran buscando algo que no encuentran. No se siente la voz, la boca se mueve silente, sin embargo el cuerpo yacente sobre la cama pretende gritar retorciéndose: "La noche es mi compañera". Toma el control remoto, dirigiéndolo al aparato de televisión y presiona. La luz en la pantalla comienza a transformarse, se achica en una línea que la cubre de extremo a extremo, se va empequeñeciendo aún más hasta quedar en el centro de la misma convertida en un solitario punto blanco que finalmente también desaparece.
La oscuridad, triunfante, coloca una sábana negra sobre los ojos abiertos.

miércoles, 2 de mayo de 2007

Inspiración



Pálida luz cruzaba el cuarto tenuemente,
sentada entre las sombras, con la cabeza ladeada
y los ojos cerrados miraba venir sus pensamientos.

Sobre la mesa, descansaba una hoja en blanco.
Hambrienta, ansiosa, yacía quieta a su lado una pluma.

La mano cogió a la pluma inerte y en amorosa danza
destilaron ambas su nuevo amor sobre la tímida página,
que ruborosa se vistió de palabras, versos y puntos aparte.

Colmó de tinta negra su desnudez la hoja, hasta llegar al borde
y no pudiendo dar más de sí en desvariante extravío
volteó sobre sí misma, quedando desnuda nuevamente.

Suspiró el pecho , se aquietó la mano y la luz pálida
recorrió el surco de una lágrima en el rostro ajado.
La quietud volvió a poblar los espacios de aquel cuarto.


Virginia Farfán Ulloa