sábado, 14 de abril de 2007

Invitación...

Te invito a amarme con la ternura con la que amas al recién nacido,
a respirar mi aliento con cuidado para que sientas como vibra el aire ,
a sentir como respiro en tí con los ojos cerrados y el corazón abierto,
te invito a despertar la inocencia que aún duerme en lo profundo,
a enseñarme las palabras que todavía no se han escrito para nombrarte,
a rozar suavemente mi mano con tus manos como si fuesen pétalos,
a recoger luego beso a beso el tremor , que como gotas que se vierten en un vaso
derramará mi deseo sobre tu boca y... finalmente sobre la luna llena
a recorrer juntos y anhelantes el camino que va desde mi labio a mi sexo,
te invito a que bailemos los dos al son de la misma música y amanezcamos juntos....

RSPV.: Confirmar tu asistencia a esta misma dirección antes del fin del mundo.

Virginia Farfán Ulloa

miércoles, 11 de abril de 2007

Domingo en la mañana. ¿Te acuerdas?

Aún recuerdo aquellos domingos de mi niñez, el domingo era un día especial, no era sólo que no se iba al colegio , sino todo el ritual que implicaba ése día. Por lo general me despertaba muy temprano, a los 7 u 8 años , el hecho de vivir cerca de una iglesia era un acontecimiento. Sin ser extremadamente católicos, mis padres me permitían ir a misa al lado de la casa en la pequeña iglesia de San Francisco en calle Salas , de bancos de madera, sin grandes ostentaciones, como le hubiese gustado al fundador de la orden. En mis recuerdos, el olor a cera acompaña esos momentos. Allí al lado de la puerta, el padre, un sacerdote rubicundo, macizo, de pelo crespo, mirada risueña,con su sotana café y sandalias solía saludar a los niños, repartiendo santitos y bendiciones después de la ceremonia, conseguir una pequeña estampa bendita era el premio máximo al que mi alma de niña podía aspirar. De regreso a casa , un buen desayuno y nos preparábamos mi padre, mi madre , mi hermano y yo para ir a dar un paseo caminando hasta la plaza antes del almuerzo.
Mi madre solía peinarme el pelo con un cola de caballo tirante y un rosetón del color del vestido que llevara, eso me hacía sentir como una princesa, pues mientras durante la semana debajo de la pollera llevaba una enagua de moletón o tela, el domingo, el humilde moletón era un falso blanco almidonado , muy planchado, sobre él, el vestido de organza , más abajo los zoquetes blancos y los imperdibles zapatos de charol. Mi hermano menor como correspondía al momento, vestido de impecable terno, zapatos lustrados, corbata e incluso con sombrero Así, en mi inocencia,cual príncipe y princesa, llevados de la mano enfilábamos a la plaza. Los niños lucían sus juguetes nuevos y las bicicletas o los triciclos competían en demostrar sus cualidades. Frente a la plaza, cruzábamos, por calle O'Higgins nos otorgábamos el primer premio del paseo, un delicioso helado del emporio "Astoria", no importaba el sabor, ni la espera, lo delicioso era estar allí, expectantes, mientras los famosos barquillos "bañados con crema"llegaban a nuestras manos. Caminábamos luego lentamente disfrutando golosos mientras el chocolate se derretía justamente donde no se esperaba , cruzabámos luego de regreso hasta la plaza para sentarnos y disfrutar del paso siguiente: la música.
Puntualmente a mediodía, el Orfeón de Carabineros inundaba la glorieta ocupada para ese efecto con el estallido sonoro de su banda. Melodías marciales, ritmos tropicales, blues brotaban de los metales brillantes que eran los instrumentos de la orquesta. Allí los uniformes verdes engalanados no sólo representaban el respeto, también la alegría que cada fin de semana se convocaba para nosotros, los niños de entonces. Nos quedábamos después de la retreta, quietos, con los dedos aún pegajosos y dulces por el helado observando como se retiraba la orquesta , entonces cual una orden emitida en cómplice silencio subían los niños-incluída yo- a escuchar el eco de nuestras voces que como por arte de magia nos respondía desde todos los ángulos.
Los enormes y añosos tilos regalaban su sombra y su aroma sobre los rostros sudados y felices. Así , contentos de vuelta a casa, recorríamos más lento el camino de regreso, sobre el mantel,en espera, las infaltables empanadas.... ¿ Te acuerdas?

lunes, 9 de abril de 2007

Hablemos de discriminación?

Cuántas veces hemos escuchado hablar de discriminación como algo que ocurre lejos de nosotros?
La discriminación existe aquí, ahora , basta pensar en las diferencias de trato que reciben quiénes llevan un apellido extranjero y quienes detentan un apellido aborigen u observar el que reciben las personas de piel más clara y las de piel más oscura, pensar para entenderla en colocarse por un momento entre los que tienen una minusvalía visible , ocurre con aquellos que son ciegos, con los sordos, con los que tienen una enfermedad que los deforma, o los invalida para la actividad pública, o con los que viven con el virus VIH, o con los que padecen psoriasis, o lupus, o vitiligo, o los gordos, o quienes tienen una orientación sexual distinta e incluso discriminamos a los extranjeros ,en fin una larga lista nos habla de las distintas formas en que solemos discriminar.
A lo largo de mi vida he visto distintas discriminaciones, incluso las viví por ser distinta, por ser soñadora, idealista, incluso en una época en que el ser idealista no era extraño sino una bandera de lucha, pero mi idealismo no compatibilizaba con la lucha, sino con el quehacer pensante,con promover la educación, educar, como la forma en que podía superarse la pobreza y la desigualdad.
Pero no quiero apartarme de mi propuesta de hoy, la discriminación , específicamente la laboral. Te piden currículos que luego pasan a ser adornos de escritorio, los envías por internet y no tienes respuesta, está bien quizás sea que la edad ( debes como máximo tener 35 años) o el sexo( si eres mujer , no debes estar embarazada), o un currículo demasiado abultado los que no sean convenientes para la empresa. Pero, si además padeces una enfermedad que requiere que vayas al médico al menos una vez al mes para control, una enfermedad que estigmatiza por su connotación? Hablo de ser portador o portadora del virus VIH. Es sabido que Chile , como otros países latinoamericanos es un país homofóbico, sin embargo mundialmente también las estadísticas arrojan que un 30% de la población mantiene en algún momento de su vida una relación homosexual o lésbica, incluso ahora se habla de bisexualidad u homobisexualidad. No puedo juzgar sí el amor tiene o no sexo definido, pensaría que no,su concepto es más universal que el género, pero sí apelo a la aceptación del otro, al derecho de cada uno como ciudadano, como ser humano de ser aceptado , de tener un trabajo que permita desarrollar potencialidades ( o genialidades), de no ser juzgado por lo que tienes, por tu aspecto ( sin descuidar la salud ), por tus tendencias políticas,por tus enfermedades , por tu opción sexual, pero sí por lo que haces, por lo que entregas, por lo que produces.
Me veo hoy enfrentada a buscar formas de crear conciencia en este aspecto y aquí comparto con ustedes mis pensamientos....